La palabra āsana proviene del sánscrito y significa postura, asiento, estadio. Es la tercera rama del camino del Ashtanga Yoga, donde el trabajo se enfoca en el cuerpo físico y el cuerpo energético. Este camino tiene como propósito mantener en óptimo funcionamiento los órganos internos, el metabolismo y el fortalecimiento del cuerpo, para volver a unirlo a la mente y al espíritu.
La técnica de āsana purifica el cuerpo, y es muy importante ser conscientes de su correcta ejecución, pues de eso dependen sus resultados. Una āsana debe tener dos cualidades a la hora de ser practicada: STHIRA: firmeza y actitud alerta y SUKHA: felicidad, comodidad y paz interior. Además las posturas integran otros puntos importantes, como el dominio muscular, ritmo, respiración, concentración, equilibrio mental, físico y paciencia. Con esto se gana salud, soltando las incapacidades físicas, las distracciones mentales y bloqueos. Permitiendo que la energía vuelva a circular libre y correctamente por el cuerpo.
Las posturas de Yoga, fluyen en movimientos moderados de no violencia, respetando los rangos de movimiento y las limitaciones de cada persona. El accionar de cada músculo incentiva la afluencia de sangre, y con eso mayor oxigenación en el cuerpo. Se gana elasticidad y por medio de la sudoración se elimina gran cantidad de toxinas, que al cristalizarse se convierten en sales minerales para la piel.
Se dice que una āsana solo se puede realizar una vez que se han dominado las dos primeras ramas del Ashtanga Yoga ‘Yamas y Niyamas’. Pues son los cimientos y las semillas para la construcción y desarrollo del SER.
‘La práctica de las posturas sin Yamas y Niyamas son acrobacias puras’
BKS Iyengar.