Meditar significa “familiarizarse con…” y es una manera de explorar nuestro ser interior. A lo largo de la historia, el ser humano – a través de diferentes culturas – no ha cesado la búsqueda de técnicas para superarse y auto descubrirse. Las técnicas de meditación son variadas y cada persona debe indagar para encontrar aquella que le ayude a lograr su objetivo. Si bien existen métodos que te puede enseñar inicialmente algún maestro o instructor, se puede tener la libertad de experimentar y adaptar de acuerdo con las propias necesidades del practicante. Es bueno simplemente experimentar, intuir y conocer la verdad por ti mismo.
En el mundo en que vivimos nuestros sentidos nos llevan a diferentes direcciones y nos dividen en tres planos: el físico, el mental y el espiritual. Cuando inicies una meditación debes comenzar por el centramiento corporal, acompañado de una respiración consciente y un pequeño estiramiento muscular. Cuando existe un descentramiento físico, el cuerpo y espíritu se sienten ahogados, se nubla la mente impidiendo tomar buenas decisiones y se mantiene un nivel alto de angustia. Parte importante del centramiento va en cómo reconocemos lo que sentimos y cómo manejamos nuestras emociones.
Las emociones que provocan el mayor desequilibrio son la vergüenza, la culpa, la apatía, el miedo, la ira y el resentimiento. Estas son depredadoras de nuestra energía provocando efectos como querer desaparecer, ansiedad, retraerse del mundo, odiar, despreciar, tener sed de venganza, estar resentido, entre otras manifestaciones. Cuando este conjunto de elementos se hace presente sentimos que estamos atrapados en una frecuencia muy baja que cuesta reconocer, pero a la vez es como arena movediza que no nos permite avanzar, apareciendo trastornos psicológicos y lentamente comenzamos a consumirnos.
Entonces debes tener en cuenta que lograr establecer un hábito regular de meditación a largo plazo ayudará a prevenir o a superar estos desequilibrios. Si estás iniciando no necesitas meditar 8 horas como un monje budista ya que con 15 a 30 minutos puedes conseguir magníficos resultados y si no tienes esos 15 minutos puedes comenzar con 5 o 10 minutos. Lo importante es que sea algo natural de tu día a día. Puedes incluir música, o realizarlo en silencio, con mudras, utilizar algunos asanas como (virasana, sukhasana, padmasana, savasana-de manera estática, o con surya namaskar/Saludo al sol- como meditación activa), pero siempre considerando que es una práctica personal donde buscas liberarte de alcanzar algo determinado por otro, sino que estás buscando un objetivo propio, porque cada ser es único e irrepetible.
Después de indagar por los laberintos que rodean la meditación y respondiendo a la pregunta inicial de este post, las razones son varias. Algunos buscan, a través de esta acción, relajación, aliviar el estrés, tener una disciplina para aquietar la mente, equilibrar emociones, dormir mejor, buscar soluciones a problemáticas, crecimiento espiritual, o simplemente bienestar (como dato anexo, el yoga a través de sus posturas busca fortalecer el cuerpo con una alineación correcta para sostener momentos largos de meditación e introspección, pero no es excluyente que solo quieras meditar o recurrir al mindfullnes).
También existen meditaciones para niños que son conocidas como “Meditaciones de comunicación celestial”. Estas son propuestas por el Kundalini Yoga y tienen como características ser adecuadas para la etapa infantil, accesibles y motivadoras. Consiste en cantar mantras y seguir su ritmo con movimientos de la parte superior del cuerpo moviendo las manos y los brazos. Estos se repiten secuencialmente. En los niños rápidamente se logra la conexión con el mundo sutil. Los beneficios de esta práctica en los niños son innumerables: ayuda a la coordinación, genera alegría, aumenta la concentración, estimula la memoria, expande el corazón a nivel fisiológico y a nivel emocional ayuda a superar temores e invita a ir a trabajar con conciencia grupal de manera lúdica.
Finalmente, en cualquier etapa de la vida puedes conectar con la experiencia meditativa y vivirla como una habilidad o herramienta para un camino de elevación espiritual que te ayudará a lidiar contigo y la vida.